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¿Qué hacer con el horror y con el goce? ¿Qué hacen el horror y el goce con nosotros? ¿Qué queda de humanidad en eso que nos pone en contacto con lo inhumano, con lo no humano? El hombre es una criatura que —en variadas circunstancias— se teme a sí misma. ¿Puede superar ese horror? ¿Puede hacerlo definitivamente? ¿Cuál es, si es posible saberlo, el secreto de todo goce y de todo horror? Para pensar el erotismo y la sexualidad —y todo el abanico de conductas y afectos a ellos asociados— es preciso, por principio de cuentas, abandonar —o al menos relativizar— los procedimientos habituales de la ciencia. En un texto ya clásico, Georges Bataille mostrará que no es posible comprenderlo si se le aísla, por ejemplo, de la historia del trabajo, por una parte, o de la historia de las religiones, por la otra. El goce y el horror forman una unidad que es necesario poner de manifiesto1. Esa unidad es designada de modo genérico con un término incubado a lo largo y a lo ancho de la historia de las religiones: es lo sagrado2. Una —inestable— unidad o convergencia o “cohesión” de los opuestos. La ciencia “no alcanza” al erotismo precisamente porque no puede trabajar con él, no puede “analizarlo”, sin separarlo de otras manifestaciones humanas. Pero en el erotismo, según se advertirá, es todo lo humano lo que queda puesto en cuestión. Erótica es, en principio, la afirmación de la vida —una afirmación que no puede simplemente excluir a la muerte, o desentenderse de ella.
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Get Smart, me alegra que mi entrada haya suscitado esta reflexión tuya. Un saludo.
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