‘CUERPO VÍTREO’, LO INSOPORTABLE CONVERTIDO EN POÉTICO

de AURORA FREIJO CORBEIRA

https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/cuerpo-vitreo/9788433905154/NH_716

(EMPIEZA A LEER…)

Me estoy pudriendo. No puede decirlo porque ha perdido la voz. El miedo ha ido momificando los sintagmas, hasta llegar a anular cada fonema. Solo le quedan las huellas de cuando podía hablar con los ritmos elegidos. No es dueña de las secuencias. La despertó un desorden. Hace días. Lo recuerda incesantemente, en ese caos que es ahora su cerebro, para encontrar el milímetro de tiempo en el que sucedió el terror. Madrugada. De repente, el cuerpo no funciona bien. Nada alrededor pertenece a su sitio. Tu me fais tourner la tête, decía aquella canción de sus veinte años. Pero la cabeza allí giraba por enamoramiento. En francés, todo es poético. En este instante de la noche, su cabeza gira por su cuenta y arrastra a su estómago. Estaba bien antes. No entiende estos saltos cualitativos, esta ley de la dialéctica. Alguno de estos brincos podría incluso matarla. De viva a muerta en un segundo. Es la condición humana, acierta a decirse. El mareo, que la posee en esta noche con un nuevo rostro, siempre fue un problema íntimo para ella. La acompañaba en los coches, en las atracciones infantiles, en el mar de vacaciones. Se levanta ahora de la cama de matrimonio sin matrimonio desde hace tiempo para intentar estabilizarse y su cabeza sigue a lo suyo, separada, acostada, ajena a ella. Se ha quedado en la almohada, decantada por el vértigo. Quizá nunca vuelva a ser la misma. Debe llegar a rastras al baño. Si lograse vomitar, se dice, todo volvería a su sitio. Su cuerpo se ha hecho un desconocido de golpe y ha perdido el sentido innato cuyo nombre aprendió en el colegio: propioceptor. La enfermedad procura indignidades; lo ha visto muchas veces. Imposible sostenerse. Debe tumbarse de nuevo, como una paloma de patas estiradas. No tiene color alguno, y la ropa que hace unas horas se puso para dormir se ha pegado a ella con un sudor impropio. Ella nunca suda, parece incompetente para las leyes de la naturaleza corpórea. Necesita un ancla. Eso es. Seguramente está pálida, como una muerta, pero no puede levantar la cabeza para mirarse al espejo. Ese vértigo es imparable por más que se quede inmóvil. Papá, me mareo, recuerda. No te preocupes, paramos en la gasolinera. Tiene que ir delante, se marea, dice el padre a sus hermanos. Ya está. Papá ha parado; papá lo ha parado. Su ancla es el padre. Esto no cesa ahora. Llega la ambulancia que han llamado. Entran desconocidos uniformados en la intimidad de su dormitorio. Se mezclan amarillos de chaleco sanitario con los cálidos grises de su habitación. Luego se adormece bajo lo que le ha sido inyectado en una de sus venas claras. Duerme. Los sueños son pegajosos, sueños de subsuelos que ni despierta la dejan en paz. Entran en su duermevela confundiéndola. Quizá se te pase en unas horas, quizá en meses, le dice la doctora que he acudido de urgencias a su casa, y a la que ella no puede ni mirar. Si mueve levemente la cabeza, todo comienza de nuevo a girar enloquecidamente y vuelve el vómito a sus amígdalas. Meses, le ha dicho. No lo soporta un minuto y el médico de la ambulancia dice meses. Podría ser la letra de un bolero hablando de la ausencia de su amor, pero no. Ahora todo debe ser paciencia. La enfermera, como una anunciación, baja a la altura de su oído en el colchón: vas a pasarlo muy mal, pero se pasará. Madrastra de cuento. No es un sueño: estaba aquí y se apiadaba de ella. Pasar. Paciencia. La letra P. El culpable es el oído, quiere vértigos para ella: la hace permanecer casi inmóvil y andar a gatas, a cuatro patas sin libido, como un animal desorientado. El vómito continuo y estéril que nada en ella no le va a permitir comer. Se está enajenando, su cabeza enloquece someramente. Duerme con la esperanza de un despertar de días. Pero despierta y solo ha pasado un poco de ese tiempo en marejada. A partir de ahora, la cuidan, la atienden. Está ausente. Tiene el cerebro mordisqueado por el susto y su melena se aja pegada a la nuca. Teme quedarse así. Teme todo.

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LA ADOLESCENCIA, ESA TRAVESÍA DEL DESIERTO

CRISTINA ARAÚJO GÁMIR, XVIII Premio Tusquets de novela por ‘Mira a esa chica’ (entrevista por Bel Carrasco)

https://www.zendalibros.com/cristina-araujo-mi-objetivo-era-contar-el-despues-de-una-tragedia


«Estás sentada en el banco, el bolso apretado contra las costillas con las dos manos, las pupilas desenfocadas, como si te hubieran intentado robar. Pero no te han robado». Esa joven a la que todos miran mientras amanece tras una noche de fiesta se llama Miriam Dougan, la protagonista de Mira esa chica de Cristina Araújo GámirXVIII Premio Tusquets. Miriam, Miri, acaba de sufrir una violación múltiple y se encuentra en estado de shock.

Cristina Araújo Gámir (Madrid, 1980) es licenciada en Filología Inglesa por la Universidad Complutense. Después de terminar la carrera, trabajó en un estudio de doblaje revisando traducciones de documentales para los canales de Historia, National Geographic, Discovery Channel, BBC y Telemadrid. Escribe desde muy pequeña, y ha ganado varios premios de relato que han sido publicados en revistas literarias como Archiletras. En 2011 se fue a vivir a Frankfurt donde retomó el hábito de la escritura.

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‘LA CASA DE LAS DESAMPARADAS’, de CRISTINA ENRÍQUEZ DE SALAMANCA

https://algunoslibrosbuenos.com/la-casa-de-las-desamparadas-opinion

(Reseña escrita por Onintze Domínguez)

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KHÉDIJA GADHOUM (entrevista)

http://www.cuadernosdelaberinto.com/entrevistas/Khedija_Gadhoum.html


—Seguro que se lo han preguntado en infinitas ocasiones, pero no podemos evitar sentir curiosidad por su vida. Es usted nacida en Túnez, reside en Estados Unidos y escribe en castellano ¿Cómo llega a esta mezcla tan original?
Sí, definitivamente, me considero un cruce cultural y lingüístico. Mi “llegada a la escritura” (Hélene Cixous), en castellano ha sido el objeto y la consecuencia de mis desplazamientos constantes en distintas culturas del mundo (Túnez, España, EE.UU. América Latina). Sin embargo, y a pesar de la cotidiana convivencia anglosajona, siento más “mío” el castellano a la hora de escribir y expresar mi volcán interior, en sus momentos de paz y erupción. Por otro lado, creo que la rama romance del francés –anterior al castellano en mi formación educativa inicial, me ha ayudado mucho para adentrarme en la lengua de Cervantes, con mucho respeto pero sin tenerle miedo por ser extranjera.

—“Más allá del mar” es un canto de esperanza, un murmullo de plenitud ante la desazón ¿Esta poesía vital es una revolución frente a la corriente del poeta que escribe en soledad y pesadumbre?
A pesar del dolor existencial y los desafíos cotidianos de múltiples colores, aún tenemos los seres humanos la capacidad de celebrar la vida con lágrimas y risas. «más allá del mar», como bien indica el subtítulo en dialecto tunecino “bibènes” (portones), nos lleva a atravesar varias orillas de conflictos personales y tragedias colectivas, con el fin de llegar y abrir aquellos portones de tolerancia, humanismo, fraternidad y amor porque sencillamente no pertenecen a algunos hombres, sino que pertenecen al Hombre.
Si bien esta poesía es el fruto de experiencias muy vivenciales y solitarias, no deja de ser un lienzo abierto e inclusivo en el cual puedan participar otras voces y lograr todas juntas celebrar la primavera en cada estación.

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LAS CHICAS DE LA ACADEMIA (RAE)

https://www.xlsemanal.com/actualidad/20150719/academicas-lengua-chicas-academia-8669.html#:~:text=Son%20siete%20mujeres%20frente%20a,diez%2C%20siete%20est%C3%A1n%20en%20activo.

La filóloga y escritora Paloma Díaz-Mas es la última incorporación de la Real Academia Española (RAE), y con ella son ocho las mujeres que se sientan actualmente en los 41 sillones ocupados de la RAE. A día de hoy, la mayoría de estos puestos, vitalicios, están ocupados por hombres (el 80%). 

Desde su fundación en 1713, la RAE ha tenido 477 académicos, pero hasta 1979, cuando Carmen Conde ocupó el sillón ‘K’, no hubo ninguna mujer entre sus integrantes. Contando con Díaz-Mas, solo ha habido 12 mujeres en los asientos de la RAE. Esta cifra representa el 2% de todos los académicos que han ocupado un asiento, el 15% de las incorporaciones desde Conde y el 23% de lo que va de siglo. 

Real Academia Española

Fundada en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Martínez Pacheco, marqués de Villena, la Real Academia Española cuenta en la actualidad con cuarenta y seis académicos de número, de los cuales solo ocho son mujeres. Más aún: de los casi quinientos intelectuales, nobles, militares y sabios, que han formado parte a lo largo de su historia, solo doce han sido mujeres. Se trata de un desencuentro de tres siglos, marcado por los prejuicios, aunque en realidad la primera académica honoraria fuese elegida en 1784. 

Se trataba de María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda y en principio aceptó el nombramiento y pronunció su discurso de agradecimiento, pero no volvió a aparecer más, quizás porque era una protegida de Carlos III. Conocida como María de Guzmán o como Isidra de Guzmán, su mayor mérito era haber sido la primera mujer en conseguir en España el título de doctora. El problema es que lo consiguió a los diecisiete años, y por mediación del Rey, íntimo amigo de sus padres, nobles y grandes de España.

La historia de los rechazos académicos a las escritoras mueve al asombro. Así, Gertrudis Gómez de Avellaneda solicitó su ingreso y fue rechazada en 1853, fecha en la que los académicos adoptaron la resolución de no admitir mujeres como académicos de número. Sin embargo, según narraba Alonso Zamora Vicente en su Historia de la Real Academia Española, el resultado no fue unánime: catorce académicos votaron en contra de la entrada de mujeres, y seis a favor (tres se ausentaron).

Más constante se mostró Emilia Pardo Bazán, que presentó su candidatura en tres ocasiones, aunque las dos primeras de manera encubierta, consciente de que “el sexo no priva sólo del provecho, sino de los honores también”. La tercera vez, en 1912, contó con una gran campaña de apoyo, pero se encontró con la cerrazón de académicos como Juan Valera, que incluso llegó a pedir que la invitasen para que comprobase que su culo no cabría en los sillones.

También fue sangrante el caso de María Moliner, autora del legendario Diccionario de uso del español, rechazada en 1972. En su lugar fue elegido Emilio Alarcos, aunque cuarenta años después de su muerte, la RAE celebró un acto público de desagravio.

Tendrían que pasar seis años más para que el 9 de febrero de 1978 la poeta Carmen Conde fuese la primera mujer elegida para ocupar uno de los asientos, en concreto la letra “K”. Un año después, cuando leyó su discurso de ingreso, destacó su malestar con la discriminación de la mujer en la Academia: “Mis primeras palabras son de agradecimiento por elegirme para un puesto que no se ha concedido a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas. Permitid mi homenaje de admiración y respeto a sus obras. Vuestra decisión pone fin a una injusta discriminación literaria”.

Académicas de número actuales en la RAE

Carmen Iglesias (2002)
Soledad Puértolas (2010)
Inés Fernández-Ordóñez (2011)
Carme Riera (2013)
Aurora Egido (2014)
Clara Janés (2016)
Paz Battaner (2017)
Paloma Díaz-Mas (2022)